Oscar Ledesma

Artist & Gallerist & Curator

Paraíso perdido. Augusto Monterroso

Leer a Tito Monterroso siempre ha sido un placer. Un placer que se nota pues cae libro de él que tengo esta llenos de marcas y notas. Leerlo además me trae recuerdos de otros libros y autores que me provocan ese placer casi infantil de leer cosas con leguaje sencillo y cortitas. Pienso en por ejemplo: Eduardo Galeano, Nicanor Parra, Juan José Arreola y en Pablo Neruda (el Neruda del Libro de las Preguntas y del Odas simples).

Aunque algunos de ellos usen un lenguaje sencillo y sin barroquismos, tienen pasajes que nos pueden provocar risa hasta arruinarnos el día con pensamiento lúgubres.

Son además libros que, al menos para mí, están llenos de sol, luz y calor. Inclusive ahora que termine Paraíso Perdido de Monterroso aquí en el frío y oscuro invierno alemán.

Mientras leí al libro ocurrió la muerte de Juan Gelman, poeta argentino. Se están muriendo todos mis escritores favoritos. Se están muriendo además los que vivieron y se tuvieron que exiliar de las distintas dictaduras latinoamericanas. ¿Tenemos a los nuevos escritores y cronistas de nuestro tiempo allá afuera? No sé. Desde hace algunos años me he negado a leer literatura contemporánea, me escudo en el argumento de la prueba del tiempo para un libro, es decir, que leo libros que tengan mínimo 20 años de haberse publicado y si todavía se comentan es que deben de ser buenos (es un argumento bastante frágil). Por supuesto que hago Excepciones.

¿Es la Narcoliteratura  la respuesta mexicana a nuestro acontecer diario? Como siempre poner etiquetas es peligroso e impreciso.

Pero regresando a Monterroso.

quería regresar a Monterroso…
cuando empecé a escribir este texto, el 21 de Enero, tenía pocos dias del fallecimiento de Juan Gelman, ahora que quería continuar con mi reseña me entristece la noticia de la muerte de José  Emilio Pacheco. Así que por mas que quisiera hablar de días luminosos, estas lineas se parecen mas a un Obituario.

Soy muy malo para los nombres y los rostros, en general tengo una mala memoria, por eso es que tengo que leer muchas veces los mismos libros (cien años de soledad lo he leído al menos ocho veces). Y eso me pasa mucho con la literatura latinoamericana, confundo los autores, los rostros y los libros. Es como si la literatura fuera como un monstruo de miles de cabezas, ojos y letras.

Hay ciertos libros, pasajes y autores, que despiertan en mí un calorcito rico, un sentimiento de estar en casa, en un lugar seguro (aunque los textos sean brutales). Son escritores que han ido construyendo mi casa, por decirlo de alguna forma, sus páginas son los lugares a donde regreso a buscar protección.

Cada vez que voy a México, rebusco en mi biblioteca esos libros y aunque no los relea, a veces es mas que suficiente volver a tocar su superficie, olerlos, hojearlos, leer las notas que escribí a la orilla de las hojas o encontrar viejos boletos de metro, o recados, o listas, o pedazos de periódico intercalados entre sus páginas, o mejor aún fotografías olvidadas.

A veces decido comparlos nuevamente.
La lista seria enorme, pongo algunos nombres:
una de las cumbres de la literatura: Pedro Páramo de Rulfo, y también su llano en llamas. Ahora lo recompré en el convento del Tepozteco.
Las batallas del desierto de Pacheco, que por cierto, la canción de Café Tacuva me sirve de despertados puntualmente a las 6:30 de la mañana desde hace exactamente 9 meses.
La feria de Arreola, El libro de arena de Borges, Cualquier pagina de Monterosso, y así me seguiría, con el naufrago mas hermoso del mundo de Gabo, El capitulo 68 de rayuela de Cortázar, cualquier página de Sabato, en fin…

No me quiero poner nostálgico…¿será que tengo que ponerme a leer a jóvenes escritores, por que los viejos o ya esta muertos o ya pronto?. Dios nos guarde todavia a la Poni.